Notas Médicas
El dólar, la crisis económica y la salud de nuestro corazón 

En estos tiempos, se habla mucho del valor del dólar, crisis económica y estrés. La palabra estrés es inmediatamente asociada con enfermedad y eventos cardiovasculares y con justa causa. Repasemos el tema.

 

¿Qué es el estrés?


El estrés es la forma en que nuestra mente y cuerpo reaccionan ante una amenaza, sensación de peligro o un desafío. Las situaciones más simples, como un niño llorando o un ruido repentino, pueden también causar estrés. Todos sentimos estrés cuando estamos en peligro, como durante un accidente de auto, un incendio o un robo. Y ¿por qué no?, ante la amenaza de perder el trabajo o nuestros bienes por una crisis económica. Incluso las experiencias positivas, como casarse, mudarse a una casa nueva, obtener un premio o recibirse en la universidad pueden ser estresantes.
El estrés es una realidad de la vida con la que todos lidiamos a diario de alguna forma. Nadie tiene el monopolio del estrés. A todos de alguna forma nos afecta. Pero cuando se va acumulando, puede afectar nuestra salud física y mental. Demasiado estrés también puede ser malo para el corazón, entre otros órganos.

Nuestro cuerpo y el estrés


Nuestro cuerpo puede responder al estrés de distintas formas. Y cada persona, según su historia y personalidad, tiene distinta percepción acerca de la vida y tolerancia al estrés. Lo que a algunos les genera estrés, para otros es divertido y a otros les causa indiferencia. El aumento del valor del dólar frente al peso puede significar preocupante para un asalariado promedio, ya que vislumbra un aumento de precios y una pérdida del poder adquisitivo, no lo ve de la misma forma un exportador que quizás vea incrementarse sus ganancias. Es verdad que hay situaciones de peligro extremo que estresan a todos, pero no a todos de la misma manera y no todos respondemos de igual forma. Un ejemplo somos los cardiólogos frente a un paro cardíaco comparados con otros médicos que se dedican a otra especialidad, o un soldado profesional en una situación de combate, ¡y a los paracaidistas les encanta saltar de los aviones! Aun así, hay modificaciones en nuestra fisiología necesarias para que estemos atentos, y nos movamos en consecuencia, para tener mejores posibilidades de salir bien de esas situaciones de potencial peligro.

Durante una situación de estrés, en primer lugar, se liberan las hormonas llamadas del estrés, que aumentan la velocidad de nuestra respiración, la frecuencia cardíaca y presión arterial. Los músculos se tensan y la mente comienza a correr a gran velocidad, una idea tras otra. Todo esto nos pone en acción para enfrentar una amenaza inmediata. Es fundamental para sobrevivir. Imaginemos la situación que se incendia la casa en la que estamos y seguimos lo más tranquilos leyendo el diario, no va a terminar muy bien esa historia...

El problema es que nuestro cuerpo reacciona de la misma forma ante todos los tipos de estrés, incluso cuando no estamos en peligro. Con el pasar del tiempo, estas reacciones relacionadas con el estrés causarán problemas de salud.


Los síntomas comunes del estrés crónico son:


  • Malestar estomacal
  • Incapacidad para concentrarse
  • Problemas para dormir
  • Dolores de cabeza
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Cambios del estado de ánimo
  • Contracturas y dolores musculares generalizados
  • Irritabilidad
  • Problemas para relacionarnos con nuestros pares y el medio ambiente en general
  • Problemas en la piel
  • Problemas en la inmunidad y propensión a las infecciones
  • En algunas personas propensión al consumo de alcohol, drogas sedantes u otro tipo de drogas


En fin, los aspectos en los que nos puede afectar el estrés son claramente innumerables. De todos modos, no es argumento para culpar al estrés por todo y no hacer nada esperando a que se nos pase (es la actitud que con mayor frecuencia veo en el consultorio). Si sube la presión arterial o el colesterol es porque tenemos una propensión a que eso ocurra. Todos sufrimos estrés en mayor o menor medida, pero no todos tenemos el colesterol o la presión alta. Es por eso que no se debe postergar la consulta al médico o el comienzo de incorporar hábitos saludables o tomar medicación, no nos olvidemos que cada día que pasa, tanto el colesterol, el cigarrillo, la presión o lo que sea que tengamos, van haciendo su daño en nuestras arterias y un día el desatender estos factores se paga. Atendamos el estrés, pero también cada una de sus consecuencias.



El estrés y el corazón


Cuando estamos estresados, también estamos más propensos a hacer cosas que son malas para el corazón, tales como fumar, beber demasiado o comer alimentos ricos en grasa, azúcar y sal. Además, la liberación de estas hormonas, que denominé “hormonas del estrés” ocasionan cambios en nuestro cuerpo:

- Aumento de la presión arterial
- Aumento de la inflamación en el cuerpo
- Aumento del colesterol y los triglicéridos en la sangre
- Aumento de la frecuencia cardíaca
- Facilitan la aparición de arritmias cardíacas

Nadie tiene el monopolio del estrés, es decir, todos los días escucho en el consultorio a los pacientes contarme “Doctor, soy la persona más estresada del mundo”, y la verdad es que ya conocí a decenas de miles de “soy el más estresado del mundo”. Lo lamento, cada uno es diferente y único, pero somos “todos parecidos”, aunque sin duda hay vivencias que tocan a veces, y son especialmente dañinas. Estas vivencias son fuentes de estrés que atacan más rápido a nuestro organismo y en particular al corazón. Otras, están con nosotros todos los días. Podemos protegernos de cierto estrés, sin embargo, otros factores estresantes están más allá de nuestro control.

Los siguientes tipos de estrés son los peores para el corazón.

  • El estrés crónico. La duración en el tiempo de algo a lo que no le encontramos la vuelta o no podemos resolver, ejemplo, el estrés diario de un mal jefe o las tristezas por una relación afectiva que no podemos resolver, pueden ejercer presión constante sobre el corazón.
  • La impotencia. El estrés prolongado (crónico), es incluso más perjudicial cuando nos sentimos incapaces de hacer algo al respecto.
  • La soledad. El estrés puede ser más perjudicial cuando no se tiene un sistema de apoyo que ayude a enfrentarlo. Básicamente, una buena compañía para hablar y que nos acompañe.
  • La ira. Las personas que estallan en cólera tienen un mayor riesgo de eventos cardiovasculares y accidente cerebrovascular que el resto de la población. También tienen más riesgo de tener un accidente y de ir presos por violencia.
  • El estrés agudo. Cuando decimos agudo no hablamos tanto de intensidad, sino que de aparición repentina. En casos poco frecuentes, las noticias muy malas pueden provocar síntomas de ataque al corazón.


Volviendo a las crisis económicas y el corazón, está claramente demostrado su impacto negativo en nuestros factores de riesgo cardiovascular y el aumento de incidencia de eventos coronarios en las sociedades que enfrentan situaciones estresantes como calamidades naturales, guerras y grandes crisis económicas y sociales. Es por eso que, en estos momentos, no debemos particulares no debemos descuidar el manejo de nuestros factores de riesgo y acudir a nuestro médico, si lo consideramos necesario, para que chequee nuestra salud en general y cardiovascular en particular.

 

 

EL INSTITUTO TIENE COMO PRINCIPALES EJES DE TRABAJO LA PREVENCIÓN,
EL DIAGNÓSTICO, EL TRATAMIENTO, LA REHABILITACIÓN E INVESTIGACIÓN
DE LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES.