Notas Médicas
¡Hago todo bien! ¿Por qué no adelgazo?

El sobrepeso y la obesidad son un problema de salud que, según la última encuesta nacional de factores de riesgo, abarca a aproximadamente el 60% de la población de nuestro país. Para definirlas usamos habitualmente el índice de masa corporal (IMC) o BMI por su sigla en inglés, y definimos como con sobrepeso a los pacientes que tienen un IMC entre 25 y 29.9, y con obesidad a aquellos que tienen un IMC desde 30 en adelante. El índice de masa corporal lo calculamos dividiendo el peso en kilos por la altura al cuadrado, así que, si por ejemplo pesamos 70 kilos y medimos 1.8 metros, dividiremos 70 por 1.8 al cuadrado (eso da 3.24), tenemos así un IMC de 21.6 (normal), si pesábamos 82 kilos con la misma altura, el IMC nos daría 25.3 (eso nos ubicaría en sobrepeso leve) y así podemos seguir adelante haciendo cálculos para saber con qué peso somos obesos, tenemos sobrepeso o estamos dentro del rango considerado como normal.

Pero ¿por qué nos preocupa esto?

Nos preocupa porque la obesidad es un factor de riesgo cardiovascular frecuentemente subestimado por los médicos y la población en general. El exceso de peso se asocia a varias enfermedades cardiovasculares, y particularmente a la enfermedad coronaria.
El exceso de peso es el factor de riesgo de enfermedad cardiovascular que más frecuentemente encontramos presente y aún en personas con enfermedad cardiovascular establecida, continúa siendo un desafío. Distintos estudios han demostrado que la obesidad podría causar enfermedad cardiovascular dado que incrementa la probabilidad de tener hipertensión arterial, diabetes o dislipemia (aumento del colesterol o triglicéridos). Además, la obesidad produciría a través de otros mecanismos, incremento del riesgo de enfermedad vascular. En la persona con sobrepeso y obesidad aumenta también la chance de presentar apnea obstructiva del sueño. Esto es tan claro, que el hecho de disminuir de peso suele traducirse rápidamente en la mejoría de la poligrafía (estudio que nos permite evaluar la presencia y severidad de la apnea del sueño).

El manejo de la obesidad es usualmente un reto algo difícil de lograr, pero no imposible y los resultados de un abordaje integral nos dan la razón. Los cambios del estilo de vida son fundamentales e incluyen dieta adecuada y actividad física regular, de ser posible, diaria. Y la persona que intenta este desafío suele sentir ¿por qué si hago todo bien no adelgazo? Y la verdad es que al margen de la predisposición genética (que no podemos modificar), sabemos que el balance entre actividad física y alimentación adecuada son los que nos permitirán lograr y mantener un peso saludable. Pero esto que es tan fácil de decir y entender no es sencillo de cumplir.

Comer es un hábito que resulta de distintas variables: culturales, familiares y personales. Comer saludable requiere muchas veces de cambios y adaptaciones que deben incorporarse y mantenerse. Identificar los errores que cometemos al alimentarnos es muy difícil sin la adecuada evaluación con un licenciado en nutrición. O creer que por hacer aquagym o yoga 2 veces por semana estamos haciendo la actividad física suficiente. Con respecto a esto, si bien cualquier actividad física es positiva, se requiere ejercitar en forma dinámica (aeróbica) para alcanzar más fácilmente un objetivo de peso dado y que el ejercicio esté incluido en cada día.

Actualmente existen además, fármacos que colaboran en el descenso de peso, pero deben ser adecuadamente prescriptos por un profesional de la salud entrenado para esto, y luego de haber evaluado nuestro perfil clínico y metabólico. Más allá de estos fármacos, buscar fórmulas milagrosas sin respaldo científico, que nos hagan bajar de peso es un error habitual y un atajo que en general genera más daño que beneficios.

En algunos casos seleccionados de obesidad muy importante, particularmente si hay alguna condición de salud asociada, se puede llegar a considerar la indicación de cirugía bariátrica. Esta cirugía es efectiva y relativamente segura para inducir y mantener una pérdida de peso significativa, pero su uso está limitado sólo a pacientes con obesidad clínicamente complicada o con obesidad mórbida.

Finalmente, en muchas instituciones, como la nuestra, contamos con una unidad cardiometabólica y de obesidad para ayudar a la gente a lograr las metas de los distintos factores de riesgo según corresponda, y generar un plan de descenso de peso sostenido y guiado, que a través de una visión integral y humana del paciente incorpore los últimos avances de la medicina..

 

 

EL INSTITUTO TIENE COMO PRINCIPALES EJES DE TRABAJO LA PREVENCIÓN,
EL DIAGNÓSTICO, EL TRATAMIENTO, LA REHABILITACIÓN E INVESTIGACIÓN
DE LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES.